jueves, 27 de agosto de 2009

‘Huasipungo’, de Jorge Icaza (Artículo tomado del blog librosgratis)

Por Luís Martínez González,

en 27 de Agosto de 2009

Durante la primera mitad del siglo XX, en los años en que el llamado Realismo mágico daba sus primeros pasos, se desarrolló igualmente en la narrativa hispanoamericana una corriente conocida como ‘novela indigenista’, la cual, para ser comprendida por quién no conoce la idiosincrasia de América latina, requiere alguna explicación.

En los países andinos –Bolivia, Ecuador, o Perú- se han prolongado hasta tiempos recientes, quizá hasta hoy, situaciones de marginación hacia el indio, explotado en unas condiciones cuasi feudales primero por los blancos y después por las multinacionales y el poder político, que lo han mantenido en la miseria.

Por ello, es lógico que en estos territorios surgiera una narrativa de denuncia de esta situación, que, siguiendo los lejanos pasos de la peruana Clorinda Mato de Türner, incidiera con un crudísimo realismo en mostrar la paupérrima vida del indio.

Tres novelistas inauguran el género a la vez que constituyen sus mejores exponentes: el boliviano Alcides Arguedas y su ‘Raza de bronce’, el ecuatoriano Jorge Icaza con ‘Huasipungo’ y el peruano Ciro Alegría con ‘El mundo es ancho y ajeno’, entre otras.

Datos de Icaza

Jorge Icaza (Quito, 1906-1978), huérfano de padre a los tres años, se trasladó a vivir con su tío materno a la Hacienda Chimborazo, lo que le permitió presenciar, en primera persona, la situación del indio. Más tarde, trabajando como actor ambulante, pudo completar este conocimiento.

Perteneciente a la llamada ‘Generación del treinta’, toda su obra presenta un fuerte contenido social, encauzado en las formas del realismo, que, en ocasiones, lleva a límites de crudeza brutal, de la que ‘Huasipungo’ es buena muestra.

Publicada en 1934, ‘Huasipungo’ se desarrolla en torno a un leve hilo argumental: el mandato que un terrateniente, Alfonso Pereira, hace a los indios de construir una carretera para los norteamericanos que van a llegar a explotar el territorio. Las condiciones laborales de éstos son insostenibles y, cuando por fin aparecen los yanquis, se apoderan de sus pequeñas parcelas, sus huasipungos, para construir sus casas. Estalla la rebelión, aplastada rápidamente por la fuerza.

La obra es un tanto maniquea: los blancos son perversos y los indios, aunque embrutecidos, muy buenos. Icaza carga las tintas de un modo brutal, que da como resultado un infierno inquietante en el que todo es injusticia y sufrimiento. Pero, quizá su objetivo de denuncia requiriera estos excesos. En cualquier caso, el ecuatoriano proporcionó una voz nueva a la narrativa hispanoamericana, violenta y dura en la protesta, pero que deja hueco a la ternura.

‘Huasipungo’, de Jorge Icaza