martes, 13 de noviembre de 2007
La Soledad y el Vacío en el verso místico de Belkis Torres
por Bergson Rosario
Belkis Torres aborda la poesía desde un suspiro místico que la caracterizará en todo el trayecto de su producción literaria. Un rumor silencioso, causa de estruendo y algarabía estética, la sume en su yo interior para extraer la esencia onírica para sentirla en el contorno de su piel: “Detrás del agua clara/ bromeando van los sueños/ y anuncian sus rumores/ un mundo angelical.” De las entrañas de ese mundo, la poeta absorbe a cada instante ese hálito de vida que inunda la naturaleza por la que se yergue sobre la muerte y la ausencia, por la que las sinfonías y las leyendas y las noches y los gorriones pasan y se alojan en su pecho hasta preñarla de sentimientos puros y sublimes.
En “Canto al Jordán.”, la poeta recoge los lamentos y las vivificantes alegrías que pululan en el aroma vegetal de las hojas rozagantes “Río no te asombres/ si ves que debajo/ de tu aroma vegetal/ se esconden las hojas vírgenes/ de un árbol pequeño/ o quizás el espacio azul de tu sueño.” En el mismo poema, ella logra una simbiosis de la naturaleza y la poesía, con la magia arrobadora y la sencillez más oscura, como toda una adalid de la poética del Modernismo en la vibrante lira de Alfonsina Storni “Bañado vienes/ de brisas de laureles/ dejando en cada piedra/ un verso que florece.”
Este Canto al Jordán es una oda mística que pone de manifiesto la relación de la temática poética con la extrapolación de la misticidad del bautizo de Juan el Bautista al anunciado Mesías en las aguas plácidas del Jordán (una vez más rememoro las teorías dialécticas de Heráclito). “Desde el fondo/ inunda con tu risa mi cuerpo/ y salen de tu piel océanos de estrellas/ una dulce sinfonía...”
Su poema “Una mujer sola” me invita a recordar con ímpetu y respeto a la insigne maestra de la poesía mocana y del mundo Aída Cartagena Portalatín de quien el crítico dominicano José Alcántara Almánzar, en su Estudios de Poesías Dominicanas, en la página 269, dice: “Aída Cartagena Portalatín (1918) es, entre las poetizas contemporáneas, la única que ha logrado una obra extensa y sólida, que se inicia bajo el signo de la Poesía Sorprendida.” Cartagena Portalatín en “Una mujer está sola” reclama el espacio de las mujeres en el tortuoso río de la selva estética, cuando canta: “No creo que yo esté aquí de más/ aquí hace falta una mujer y esa mujer soy yo.” Asimismo, Belkis Torres nos recrea esa misma mujer perdida en una avenida afectada por la insistencia de un espejismo que la lleva de la mano hacia el confín de la nada “Una mujer sola/ se ha perdido en la avenida/ sus ojos quizás son un espejismo de la nada.”
En ambas poetas se presiente a la mujer con sus dolores y sus amores, con sus miserias y sus proles; pero, sobretodo, una mujer que clama por un merecido espacio en la vida social. Sigue diciendo Belkis “Una mujer sola/ ¿De qué está hecha?/ de incienso de ninfa/ de loto acuático en virtud/ de nostalgia/ de vacío ¿De qué Dios mío?” En estos versos se percibe un fuerte aliento de miticismo y misticismo.
Por otra parte, en cuanto al manejo de la forma, nuestra poeta asimiló en esencia las enseñanzas del vanguardista Vicente Huidobro, padre del Creacionismo, cuando afirma en su “Arte poética.”, “El adjetivo cuando no da vida, mata.” Es sorprendente ver en ella la sobriedad en el uso del adjetivo. En sus primeros pasos en la senda de la palabra dicha con belleza, los poetas neófitos padecen de la embestida del uso desmedido de esa categoría gramatical, el adjetivo. En la poeta maeña encontramos los necesarios para embellecer sus producciones.
Así, podemos destacar en “Canto al Jordán” aroma vegetal, hojas vírgenes, árbol pequeño, espacio azul, agua clara, mundo angelical, extraña leyenda, dulce sinfonía, isla triste, belleza milenaria. Si bien es cierto que algunas de estas construcciones adjetivales han sido usadas ya; no menos cierto es que la gran mayoría son el producto de su original observación de la naturaleza y la humanidad.
jueves, 8 de noviembre de 2007
La Estética de la Soledad y el Vacío
Por Bergson Rosario
I
Empujados por los aconteceres del momento, entiéndase época, los poetas, novelistas, cuentistas y demás literatos se han alojados en la búsqueda de su otro yo interior en sí mismo, expresando la abulia y las perentoriedades que cada cual lleva incubada más allá del cielo encapotado de sus propias incongruencias circunstanciales. Para los escritores, sobre todo aquellos que empiezan a empinar el cáliz sacralizado de la creación de mundos a través de la literatura, para los neófitos en estos quehaceres estéticos; el elaborar literatura se ha convertido en una válvula de escape para expulsar a los chibiricos, duendes y demás diablillos que se han adueñados de su alma.
El estar en constante contacto con los jóvenes escritores me ha permitido ir delineado lo que es la Poética de la Soledad y el Vacío. Si bien es cierto que cada joven escritor es un inocentes, para no decir un ignorante, no es la mejor acepción del término, de hacia dónde va su producto escritural, mucho más cierto es que la gran mayoría de ellos están coincidiendo en el uso de la misma temática, el mismo estilo, la misma estrategia escritural, el uso de lo mismo semantemas, la misma práctica y, hasta es posible, el mismo estilo.
Características que definen la Estética de la Soledad y el Vacío.
Las características principales de esta estética, deducidas de las lecturas y comentarios de la obra de estos núbiles escritores, pueden enumerarse de esta manera:
–Un desahogo existencial del escritor en busca de su propia identidad como ser dialéctico.
–Un desprendimiento interior de la insensibilidad del poeta que le afecta sus fueros externos.
–El uso de un semantema común que denota la tristeza que se origina en el vacío y la soledad existencial del escritor. Términos como tristeza, pena, alma, dolor, amargura, vacío soledad angustia, entre otras desfilan por versos grises de sus producciones poemáticas.
–El constante uso de figuras literarias, metáfora, símil, epítetos, prosopopeya, etc. que nos llevan de la mano hacia el insondable éter de la soledad y el vacío en cada uno se encuentra sumido.
–Uso frecuente de temas relacionados con el amor, la muerte, la ausencia, el olvido, la protesta solapada; como causante de la soledad y el vacío vivido por el poeta a cada instante.
Causas
Pudiéramos preguntaremos, ¿cuáles serían las causas de esta poética, de este comportamiento estético de los nuevos escritores que afloran en el parnaso de nuestra literatura nacional? A lo que nos responderíamos con las cejas arqueadas o con un rictus facial de desengaño o de duda.
Las causas del surgimiento de esta estética, si así se nos permitiera nominar el nuevo acontecer en la naciente literatura, son varias pero nos atrevemos a enlistar las siguientes:
•Ausencia en materia temática, es decir, tal vez afectado por la máxima que reza "nada es nuevo bajo el sol" nuestros jóvenes no poseen la brújula de las agujas exactas que les indique hacia dónde llevar su carga de explosión escritura.
•La finisecularidad ha creado una especie de manto abnubilatorio más allá de su propia existencia creándoles la sensación de vacío que incuba en cada intersticio de su alma.
•Las sensación de soledad que se ha ido creado en ellos a partir de los acontecimientos mundiales, tales como: guerras, terrorismo, la falta de personajes modélicos que tracen pautas hacia la consecución de un ideal, etc.
•El deambular de la sociedad por la superficie cenagosa del pantano de la vida y la sonrisa.
Pero la causa más importante es aquella en que el escritor no es más que una consecuencia directa de su misma soledad, madre del vacío como un ingenioso engendro.
Propósitos
Entre los propósitos mas descollantes están el que:
•Percibirse a sí mismo como una existencia real.
•Prestar al escritor una senda inacabable a partir de la cual el mismo se posea en la medida en que posee un estilo para la creación de posibles mundos reales.
•Sentir en la Soledad y el Vacío las fuentes idóneas para extraer y luego expresar su mundo interior.
•Proyectar su mundo hacia la experiencia vivencial propia para presentarla como una alternativa de existir en la que el escritor refleja la Soledad y el Vacío que lo domina todo.
•Entender al yo como el causante de todas las bondades desgracias de la vida: la muerte, el amor invivido, la influencia de la ausencia del otro en mi propio yo, el olvido en todas sus manifestaciones, la inconformidad social con el mundo y su entorno más cercano trayendo como consecuencia el severo dardo de la protesta solapada del escritor; en fin, el escritor actual teje una cadeneta de realidades que lo atan al inexorable túnel en que se constituye la estética de la Soledad y el Vacío.
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