jueves, 20 de septiembre de 2007

POR QUÉ YO HE DE CITAR

¿POR QUÉ YO HE DE CITAR?
Por Bergson Rosario

EL título de este artículo me conmina a evocar las letras de una vieja canción que en su momento conmovió las almas de mucho de nuestros amados viejos: “Por qué no he de llorar/ si lo que más quería/ que fue mi noche y día/ se acaba de marchar/…” Quizás el contenido del artículo no tenga ninguna relación con el sentido de la aludida canción. Sin embargo, quisiera pensar en que la melodía se compadece con los arpegios interiores que me corroen.

Tal vez ustedes se preguntarán el porqué de este título para un artículo que versará acerca de una oportuna y sabia opinión que un versado crítico, poeta, biógrafo, narrador y articulista dominicano; frente a quien, por infinitas razones, he de quitarme la boina que uso en ocasiones atinentes al mundo impoluto de la literatura. Me refiero, con el consabido respeto que debe profesar un infante a los pies de su padre, a Manuel Mora Serrano.

En un artículo escrito para el rotativo Hoy, de fecha miércoles 3 de enero de 2007, en la sección Opinión, a raíz de la publicación de mi libro “El Postumismo”; el escritor y crítico literario dominicano, Manuel Mora Serrano, argumentaba que “Es absurdo que se prohíba citar un libro lleno de citas ajenas y porque, precisamente, cualquier crítica o comentario violaría ese cintillo de privacidad.” En honor a la verdad, en un principio me sentí aludido por las aseveraciones un tanto intencionada. Sin embargo, me mantuve impertérrito ante aquella embestida de lo que interpreté, en su momento, como una lección de un maestro para con su discípulo. Pude haber reaccionado airadamente a la severa corrección mas, me contuve.

Pero hoy, después del rodar de la impugnable ruleta del tiempo, me veo conminado a escribir algunas ideas que podrían fungir como respuestas a las audaces palabras de Mora Serrano.

En mi afán de construir mundos a la medida de mis necesidades de lectura leí un artículo titulado “Tres apuntes sobre Teoría Literaria” calzado bajo la firma de la Licenciada Melina Chávez, publicado en una revista virtual[1] que extraje de INTERNET. Uno de los apuntes se subtitula “Bajtín, la dialogia invertida”, en el que Bajtín parte de la dialogia como un ente dinámico y que establece la interrelación de “voces” o enunciados individuales y colectivos. La dialogia plantea la interacción entre los sujetos dialógicos.

Según Bajtín, la dialogia se enmarca de diversas maneras: el artículo académico que cita a otros autores, el apoyo, la refutación, está lleno de voces de otros. Que perdone el señor Mora Serrano que hayamos dado este circunloquio para expresar lo que pudimos presentar con más brevedad, sin embargo hemos apelado a las teorías del formalista ruso, sin que caigamos en las redes del formalismo, para ilustrar lo que puede implicar el uso, quizás “desmedido” del recurso de la cita.

Para Bajtín, las citas son voces participantes de la dialogia y la considera como una de las técnicas más socorridas en el campo de la investigación científica, en donde la realidad a investigar responde muchas veces a las voces de los demás quienes se constituyen en antecedentes. Por tanto, las voces ajenas, que en este caso son las citas revisten tanto valor como las voces propias, que es quien elabora la cita. Con este recurso, en vez de minimizarse el contenido del texto soporte de la cita, se robustece porque parte de una misma referencialidad.

En palabra de Bajtín, la dialogia destruye el monologismo porque los dos discursos se entrecruzan dialógicamente. Cuando en un texto, sobre todo en el artículo académico, nos vemos compelidos al uso de las citas, destruimos el posible monologismo y fortalecemos más nuestra voz con las voces de los demás; es decir, nuestras aseveraciones serán socorridas con las opiniones emitidas con anterioridad a las nuestras con respecto al tema a dilucidar, a través de las citas.

En lo que atañe a la defensa a nuestro libro “El Postumismo”, al que el señor Mora Serrano desdeña por estar plagado de citas, la sostenemos sobre el entarimado construido en la posición teórica sustentada por el crítico ruso, Mijaíl Bajtín. Las citas a las que hicimos acopios en el libro “El Postumismo” no buscan más que presentar al lector una imagen fiel de la posición de los que me antecedieron en el tratamiento del comportamiento de ese movimiento estético que definió el espacio poético en la República Dominicana y para tal empresa, nos vimos precisados al uso de las mismas como un recurso usado por los cientistas sociales.

En otro tenor, y aterrado por la actitud pecaminosa en la que incurrimos por el uso desmesurado de citas, nos empleamos en buscar un libro en el que la sombra de la cita no apareciera. El resultado: la gran mayoría de los libros cuyos textos se relacionen con temas de las Ciencias Sociales, están embarrados por el abominable y abyecto recurso de la cita, incluyendo, ¡claro está! los de Manuel Mora Serrano. Entonces, ¿de qué nos sorprendemos?

La historia, y mucho menos la literaria, no la inventamos quienes la manoseamos con intenciones sanas sino quienes la vivieron en calidad de personajes de la trama de la vida en un contexto temporal y espacial determinado. De ahí que volvamos al puerto de origen, ¿Por qué yo he de citar?





[1] La revista en cuestión es GRAMMA Virtual, una Publicación de la Facultad de Filosofía, Historia y Letras de la Universidad del Salvador, Año I No. 3 Febrero 2001

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