Gabriela Mistral: entre alegrías y temores
Por Bergson Rosario
Por Bergson Rosario
Lo que ayer fue, hoy,
necesariamente, no tiene que ser
BR
El mundo de la literatura hispanoamericana sufrió, en los últimos días, una fuerte embestida del capricho de la historia. Una noticia, que estalló en los confines de los continentes que conforman los espacios periodísticos anunciando una buena nueva, ha causado un revuelo en el mundo de la literatura, sobre todo en el la historia de la literatura, cuando se informa acerca del hallazgo de un lote de manuscritos perteneciente a la poeta del postmodernismo chileno, Gabriela Mistral.
Según está contemplado en la noticia, la galardonada poeta, Premio Nobel de Literatura 1945, había dejado un legado contentivo de 105 cajas de manuscritos inéditos a su amiga, la norteamericana Doris Dana, quien guardó celosamente el tesoro literario en su casa de Massachussets, hasta que la muerte le sorprende a los 86 años de edad.
A su muerte, en sus deseos testamentarios, la señora Dana le legó todo a su sobrina Doris Atkinsonts, quien a su vez regresó al gobierno chileno todo el patrimonio de la insigne escritora Mistral, incluyendo los beneficios que por derecho de autor les correspondían. Según la noticia divulgada, los manuscritos superan con creces la obra hasta ahora publicada de la poeta.
Entre los manuscritos inéditos encontrados existen libros, cartas, documentos, fotografías y recuerdos personales hasta este momento desconocidos.
Hasta aquí, nos sentimos estar extasiados frente al pórtico de una noticia que para cualquiera resulta no ser más que un acontecimiento de los que la vida nos tiene acostumbrados a asistir cotidianamente. Sin embargo, cuando tuve en mis manos el pliego noticioso arrugué el entrecejo y a seguida fui invadido por extrañas alegrías y frívolos temores.
Conociendo lo meticulosa y exigente que fue consigo misma, en términos de la corrección de sus producciones estéticas, nos invade la interrogante de si con el hallazgo de los manuscritos la figura de nuestra poeta salga fortalecida porque sean de mayor calidad que lo que conocemos o, por el contrario, se resquebraje la memoria social que este presente le guarda en función de su obra conocida por el mundo.
¿Qué ocurriría en el hipotético caso de que esos manuscritos no llenen las expectativas que en torno a la egregia figura de Gabriela Mistral nos ha formado la historia?
La respuesta a esta interrogante engendraría mis temores en el caso de que la obra conocida sea de inferior calidad que la que hasta ahora ha estado inmersa en la oscuridad del anonimato a que ha sido sometida a través del tiempo. En el supuesto de que así sucediera, ¿cómo seguirá viendo sus seguidores la presencia de ella en los abundantes intersticios de la historia literaria de Hispanoamérica y el mundo? ¿Se vería amenazado el merecido reconocimiento depositado en sus hombros por la humanidad? o, por el contrario, ¿se fortalecería aún más el recuerdo de la poetiza en la conciencia social del universo?
Nosotros esperamos lo que mejor convenga a la insigne poeta; sin embargo, nos gustaría, y en ello depositamos nuestras fervientes esperanzas, ver refulgir aún más la augusta presencia de Gabriela Mistral en los inmensos laberintos del parnaso.
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